Los Carriles COMO LLEGAR
Y tras una curva, y columbrar Los Picos de Europa, que me imagino centellaran de blanco, te das cuenta de que todas nuestras sierras planas, esas lomas altas largas y llanas, son miradores abiertos a los vientos, a las montañas y al mar.
Una vez aparcado junto al área recreativa, los ojos se pierden entre los montes, se cuelgan de las peñas, cumbres, agujas y picos, hasta que se detienen en el más altivo y arrogante, el Urriellu, aunque Torrecerredo sea más alto, aunque Peña Santa sea más grandiosa, y ante tal visión, ademas de sentir “el hechizo”, te percatas de que todo lo que podemos hacer es pequeño.
Y ya a pie, entre vacas que están a lo suyo, que es pastar, incluido un rebaño de charolesas que por su color hacen juego con la nieve de los Picos, alguna garza real inmóvil, como una suerte de escultura, y florecidos narcisos silvestres del color del sol, se llega a la Iglesia con los recercos en rojo y sus mayestáticos robles. En ella, durante el mes de agosto, se celebra a su patrono, San Julián, y en su día grande no falta el ramu, la procesión, la misa solemne y una espectacular subida al Pico Benzúa.
Después, entre prados, que a estas alturas me figuro de un verde incontenible y constelados de margaritas, y con la mirada en alegres caseríos del Valle de San Jorge, se desciende al núcleo más importante de los Carriles, en el que recuerdo haber visto en el pasado mes de abril multitud de golondrinas volando como si el cielo tuviera esquinas.
Y en ese momento, me viene a la cabeza que este año nos hemos perdido también la llegada de las golondrinas.
Maiche Perela Beaumont
Imágenes, Valentín Orejas