De las varias entradas al Valle Oscuro, nombre impropio donde los haya, a mí la que más me gusta es la que, paralela a la carretera que sube a Purón y vigilada por el ídolo de Peña Tú, deja atrás Puertas de Vidiago, desciende sobre el río y entre bosques, en los que abundan castaños, encinas y avellanos, penetra en ese valle tranquilo y matizado de verdes.
Una vez allí, no resulta fácil decidir que pueblo, de los que está salpicado el valle, visitar. Los hay pertenecientes a Llanes y a Ribadedeva, Concejos a los que el sinuoso río Cabra divide a su capricho, optando en aquel soleado primer sábado de junio por uno llanisco: Tresgrandas.
Y así, tras cruzar Pie de la Sierra, donde nacieron los fundadores de la importante Librería Porrúa, José, Indalecio y Francisco, la más grande de México, con infinidad de sucursales en muchos estados y que sigue teniendo como objetivo principal promover la cultura y fomentar la lectura sobre todo entre los más jóvenes; y atravesar Santa Eulalia de Carranzo con sus limoneros cargados, llegamos a nuestro destino.
Este pueblo, donde comienza “la Ruta de los Colores” y se rodaron planos de la película “El corazón del bosque”, situado en una suave loma y con vistas al Cuera, ha tenido en los últimos tiempos un gran auge de turismo rural por lo que cuenta con importantes establecimientos hoteleros.
En la parte alta a lo primero que se van los ojos y la curiosidad son a las imponentes ruinas de una gran mansión, que se conoce como “La Rozada”, de las que solo se conserva parte de las fachadas y las escaleras de acceso. Cuentan que lleva tantos años abandonada que nadie recuerda quien la construyó, pero si saben que se trataba de un indiano y que nunca llegó a ser habitada.
Y en el centro lo que llama la atención, aparte de el cuidado lavadero, el potro y la fuente de 1911, es la casa de Manuel Rivero, de estilo tradicional asturiano, reformada y ampliada por aquel indiano, natural de este pueblo, que hizo fortuna en México, concretamente en San Luis de Potosí, que se casó con una mejicana, Jesusa Bros, y que llegó a ser el primer presidente del Casino de Llanes.
Y ya en la parte baja, además del parque infantil, la bolera y las escuelas, destaca la Iglesia bajo la advocación de San Juan Bautista, santo al que homenajean con la fiesta tradicional en la que no falta la corta y plantación de la hoguera, misa solemne, procesión, ofrecimiento del ramo, romería y verbena.
A la vuelta de Tresgrandas, bajo un incesante estridular de los veraniegos grillos y el agradable olor del san juanín, bajamos por Buelna viendo la mar que ocupa todo el horizonte, Vidiago, Pendueles y recostado en un loma, Andrín.
Imagen, Valentín Orejas